Ayer publicaba Periodista Digital que el despido de la corresponsal Ángela Rodicio ha sido declarado improcedente, y por tanto tendrán que readmitirla o indemnizarla.
Lo cierto es que me sorprendió enormemente su despido, y todas las acusaciones me dejaron boquiabierta.
Parece ser que la niña Rodicio, como la llama Pérez Reverte, no sólo es conocida por su gran profesionalidad, sino también por su facilidad para granjearse enemigos. Nada que objetar. No creo que la hayan enviado a esa corresponsalía a ganar ningún concurso de simpatía.
Evidentemente nadie sabe exactamente lo que ha ocurrido allí, ya que sólo tenemos la version de TVE. Y el prudente silencio de Rodicio debería preocuparles, porque este podría ser un buen ejemplo de la máxima que reza: “a un periodista se le teme más por lo que calla que por lo que cuenta”.